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Tengo otros

Ese culo!

Tras dos horas de contener bostezos en casa de un amigo, vuelvo a mi guarida.

Por el camino cruzo la plazuela hormigonada que con el ocaso y la fresca comienza a bullir de juventud. Rápidamente trazo la trayectoria que la divide más alejada de cualquier núcleo de quinceañeros. Mientras se divierten sentados en los sucios bancos, sobre sus motos o de pié, yo trato de pasar desapercivido.

Pero es en vano... mi andar titubeante, cabizbajo, mezquino, llama la atención de una guapa y morena desvergonzada. "¡Ese culo!" me grita y sus amigos lanzan contra mi sus carcajadas más humillantes.

Trato de usar los mismos reflejos que antes no me sirvieron para encontrar una ruta segura para buscar aturdido un refugio tras el que dejar que la tierra me devore. Pero algo ocurre.

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